El vacío urbano que hoy ocupa la plaza de San Pedro de Alcántara nace cuando los frailes franciscanos, que se instalan en este lugar en 1674, dotan a la iglesia del Convento del mismo nombre, inaugurado en 1701, de un compás de acceso. Para ello hubo que interrumpir la muralla medieval que sigue la traza de la calle Muro de San Julián, apareciendo una discontinuidad en las manzanas que crecieron apoyándose en la estructura defensiva. Tras la demolición del convento en el año 1837, desamortizado en 1810, este espacio no vuelve a tener una actividad asociada, ya que los distintos proyectos de reutilizar la plaza como mercado nunca llegaron a ejecutarse.
La muralla que cercaba la medina, en época Nazarí, partía de la Alcazaba, en línea más o menos recta [su trazado iría por las actuales calles de Muro de Santa Ana, Plaza de María Guerrero] hasta enlazar con la Puerta de Granada, que quedaría situada un tanto desplazada del inicio de la calle que actualmente conocemos con tal nombre. Su trazado continuaba por la acera sur de la Plaza de la Merced, prosiguiendo por calle Álamos, conectando aquí con el muro que cercaba el arrabal de Fontanella, que se extendía entre las actuales calles Frailes, Refino, Postigo, Molinillo y Goleta. Continuaba hasta la Puerta de San Buenaventura, calle que aún hoy conserva su nombre, y que identificamos con la puerta musulmana que conectaba con el arrabal de Fontanella. A partir de aquí se bajaba, haciendo ángulo por calle Carretería hasta la puerta de Antequera. A continuación proseguía el tramo de muralla hasta enlazar con el Pasillo de Santa Isabel, donde se situaría la puerta de la Puente, desconociéndose su ubicación exacta. Conectaba con las atarazanas a las que se adosaba y siguiendo la línea costera enlazaba con el espigón natural de la plaza de La Marina, donde se emplazaba el Castillo de los Genoveses, dejando atrás las puertas del Mar, Baluarte, Espartería y de los Siete Arcos, que comunicaban la ciudad con la ensenada del puerto. Su recorrido seguía por la actual calle Cortina del Muelle, bordeando la línea costera hasta enlazar con el conjunto de la Alcazaba, a cuya Haza se abrían dos puertas, la de la Caba y Puerta Oscura.
[Extraído del articulo «La Muralla islámica de Málaga: referencias textuales y constatación arqueológica», María del Carmen Iñíguez Sánchez, publicado en «Arqueología y territorio medieval», nº 2, 1995, páginas 129-138, Revista de Arqueología del Área de Historia Medieval. Universidad de Jaén.]
Tal y como se recoge en la ficha 068 del Catálogo de Protección Arqueológica del Plan General de Ordenación Urbanística de Málaga correspondiente a los restos de la muralla medieval de Málaga, el sistema defensivo estaba constituido por varias líneas de elementos: lienzos de la muralla reforzados con torres, un antemuro o barbacana de inferior altura y «un foso perimetral en los lados norte y oeste, al exterior, que actuaba de madre [1] para evacuación de las aguas».
Dentro del periodo Nazarí comienza un progresivo abandono de la muralla que continuará tras la conquista, motivando reparaciones a finales del siglo XV o XVI, y de nuevo posiblemente en el XVII.
Como explica Iñíguez «poco a poco se fueron adosando casas por el interior a la muralla, el foso de la misma se había convertido en un estercolero, incluso la población abría agujeros en los lienzos para verter la basura directamente al foso. Su situación tenía que ser lamentable, cuando y ante la amenaza de agresiones militares y avenidas del Guadalmedina [1661], se encarga al arquitecto militar Hércules Torelli un plan de obras de fortificación que nunca se llevarían a cabo [OLMEDO 1986]. Para solucionar el problema y debido a la importancia urbanística que va adquiriendo el sector de Álamos y Carretería, el regidor Luis de Tolosa propone conceder gratuitos terrenos a vecinos que quisieran hacerse una casa en el tramo comprendido entre la puerta de Granada y puerta Nueva, con la obligación de limpiar la parte que le correspondiera de foso, que al final quedará convertido en una gran alcantarilla».

Fragmento del plano de 1733 dibujado por Juan Bernardo de Frosne. Archivo General de Simancas: MPD, 59, 023.
El colector se resuelve constructivamente mediante muros laterales de fábrica de mampuesto y mortero de cal y arena, en su arranque, sobre los que apoya la fábrica de ladrillo que conforma el tramo superior del muro y la bóveda de medio cañón del mismo material que cubre una luz en torno a los 3,50 metros.
Para su construcción se excavó una zanja que seccionó al paso de su trazado parte del espesor del elemento defensivo, por lo que en el extradós del colector, visibles tras el desplome de la bóveda que originó este proyecto, aparecen directamente los restos de la posible barbacana o antemural del recinto defensivo de la medina.
Los inmuebles que se encuentran sobre rasante en las proximidades del tramo afectado por el hundimiento [calle Carretería 90 y plaza de San Pedro de Alcántara 4] presentan pinturas murales en sus fachadas, como era habitual en la tipología arquitectónica del setecientos. Estas arquitecturas o fachadas pintadas de Málaga, como se refiere a ellas el doctor Eduardo Asenjo Rubio, suponen un importante legado cultural, oculto a partir del siglo XIX tras las capas de pinturas uniforme y gamas de colores pálidos con las que se vistió la ciudad decimonónica, elegante y cosmopolita.
Devolver la fisonomía original a esos edificios permite «valorar los espacios que integran el centro histórico de forma positiva, y por ende, Málaga supera la tradicional imagen de ciudad decimonónica, para adentrarse en la diversidad arquitectónica y ornamental de la arquitectura civil de la Edad Moderna», para lo que debe garantizarse su conservación y permitir así su rehabilitación en el futuro.
Por otro lado, el Conjunto Histórico de Málaga está inscrito como Bien de Interés Cultural en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz en virtud del Decreto 88/2012, de 17 de abril [B.O.J.A. nº 83, de 30 de abril de 2012].
Aunque en la actualidad el colector sigue formando parte de las infraestructuras urbanas de saneamiento de la ciudad, este hecho no puede hacernos olvidar lo que estas protecciones patrimoniales nos recuerdan: la necesidad de abordar cualquier intervención sobre este elemento siendo conscientes del entorno cultural en el que nos encontramos. Aunque construido en el siglo XVIII, el colector es la permanencia histórica del foso de la muralla musulmana en la ciudad, adosándose a la barbacana y constituyéndose de facto como un componente más de la misma. Las viviendas construidas sobre él nos hablan de la Málaga del siglo XVIII, cuyo crecimiento demanda la ampliación del antiguo recinto con nuevos solares, y se lanza a la conquista de otros espacios, como en este caso la zanja de la actual calle Carretería.
La solución técnica que se propuso para reparar el tramo hundido de la bóveda del colector consistió en su reconstrucción, utilizando métodos y materiales compatibles con la tradición constructiva del bien y la ejecución de una solera a cota de pavimento de la vivienda cuya finalidad es la de conducir las escorrentías superficiales de aguas pluviales hasta una arqueta sumidero ejecutada en la clave de la bóveda, de tal manera que se facilite una vía de escape controlada a esa agua acumulada, que además de socavar el terreno, lava el mortero de la bóveda y puede provocar de nuevo el hundimiento de la estructura.
Para la reconstrucción de los muros de arranque de la bóveda, se utilizó en la parte inferior fábrica de mampuesto y mortero de cal y arena conectada a la cimentación existente mediante varillas de fibra de vidrio y fábrica de ladrillo macizo tomada con mortero de cal y arena; la reconstrucción de la bóveda, previo montaje de un cimbrado desde el interior del colector, se ejecutó mediante una rosca de ladrillo macizo a sardinel tomada con mortero de cal y arena, utilizando de esta manera métodos y materiales compatibles con la tradición constructiva del bien. En ambas actuaciones se dispuso un material de hiato [geotextil de alta densidad] para independizar la obra nueva de los restos pertenecientes a la barbacana medieval, evitando así el contacto directo de las dos estructuras.
Esta forma de abordar el problema procura realizar la mayor parte de la obra a cielo abierto desde el solar y limitar al mínimo las actuaciones desde el interior del colector, donde las condiciones de trabajo son más desfavorables y se requieren mayores medidas de seguridad, por tratarse de un espacio confinado, y sin interrumpir el funcionamiento de la red de saneamiento, que seguirá siendo operativa.
Los trabajos se realizaron durante el verano, antes del comienzo de la estación lluviosa, entendiéndose como fecha límite el día 15 de septiembre de 2013, ya que el colector recoge la cuenca del arroyo del Calvario y las aguas pluviales de calle Carretería, Plaza de la Merced y calle Victoria.
[1] Madre: [Del lat. mater, -tris] Alcantarilla o cloaca maestra. Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española.
[2] Extraído del articulo «La Muralla musulmana de Málaga. Excavación de un tramo conservado en el nº 18 de la C/ Carretería», José Francisco Mayorga Mayorga y José Antonio Rambla Torralvo, publicado en «Arqueología y territorio medieval», nº 2, 1995, páginas 139-154, Revista de Arqueología del Área de Historia Medieval. Universidad de Jaén.
[3] En amarillo se muestran las casas particulares adosadas a la muralla sin autorización, distinguiendo con el número 6 las ya construidas de las que estaban en ejecución, número 7. El número 1 corresponde a la Puerta de San Buenaventura, el 3 al Convento de San Pedro de Alcántara, el 4 a la Parroquia de los Mártires y el 5 al Convento de San Francisco.
Reparación puntual del colector del siglo XVIII. Tramo Plaza de San Pedro de Alcántara 4
Localización: Plaza de San Pedro de Alcántaral 4 | Málaga
Proyecto: 2013
Ejecución: 2013
Superficie de la intervención: 31,50 m²
Arquitecto: Rafael Pozo García-Baquero
Arqueología: Taller de Investigaciones Arqueológicas, S.L. [Ana Arancibia Román + Cristina Martínez Ruíz]
Topografía: Taller de Investigaciones Arqueológicas, S.L. [Carolina Perdiguero Ayala + Helena Torres Herreraz]
Constructora: Hermanos Campano, S.L.
Fotografías: Rafael Pozo García-Baquero + Taller de Investigaciones Arqueológicas, S.L.
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